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El caqui se ha convertido en uno de los imprescindibles que, además, esta temporada es tendencia. Al tratarse de un color neutro, es muy fácil combinarlo: con rosa, beige, blanco, vaquero o, incluso, negro. En este post me decido por acompañarlo con flores rosadas y el color camel, tonos cálidos, ahora que ya llega el buen tiempo.

Como ya he mostrado en otros posts, me gusta mezclar prendas delicadas, como esta blusa de seda con volantes y flores tonos pastel, con piezas más informales, como estos vaqueros azul claro y la chaqueta con decoraciones.

En cuanto al calzado, me chiflan estas deportivas. Los flecos se están convirtiendo en un clásico y, por lo tanto, parecen no pasar de moda. Esta temporada también veremos complementos con esta característica.

Cierro el post con una curiosidad que me ha parecido interesante. Si alguna vez te habías preguntado por qué el color caqui tiene una tonalidad verde (y de ahí el título de este post) y no adquiere la tonalidad de la fruta del mismo nombre (es decir, anaranjada), entonces comentarte que es por una razón histórica. Resulta que, aunque las dos cosas se llamen igual, cada palabra tiene una etimología completamente diferente. El caqui, la fruta, coge el nombre del kaki, que significa lo mismo pero en japonés. En cambio, el color caqui procede del término hindú khaki que quiere decir polvo. Esta palabra surgió porque los militares ingleses, en su colonización a la India, usaron un polvo verde para camuflar sus uniformes blancos.

¡Hasta la semana que viene!